martes, 12 de noviembre de 2013

Orense (Vitoria)

Restaurante Orense o cómo llenar a tus clientes hasta morir sin haber puesto en el plato nada que mereciera la pena.
Y el caso es que la cosa prometía. Buenas referencias en internet y el restaurante lleno hasta la bandera. Y ahí quedó todo.
Entrantes para compartir. Comenzamos por el paté, bastante aceptable, regado con una salsita dulce.
Seguimos con un platito de jamón, excesivamente tierno y salado.
Ensaladita mixta. Pues eso, la ensalada de toda la vida.
Croquetas seguramente caseras, pero no de las de la abuela cremosas y con sabor. Nada memorables.
Calamares tiernos, con extra de grasa.
Dos buenos trozos de empanada gallega casera, con otro tanto de extra de grasa.
Ya bastante llenos tocan los segundos.
Dicen que la comida entra por los ojos. No fue este el caso. Patatas fritas mal acompañando a cuatro trozos de carne sin sabor. O patatas cocidas con su pimentón y sus buenos cuatro o cinco chorros de aceite.
Ya a punto de reventar llegamos a los postres. Nada especial. Tiramisú y arroz con leche. Sin más. Hay ocasiones en las que al meter la primera cucharada de postre en la boca, una sonrisa ilumina tu cara y sabes que ha merecido la pena dejar un hueco, o dos, o tres, para llegar al postre. No es el caso. Ni sonrisa, ni ganas de acabarlo.
Quizá el error estuvo en escoger el menú de fin de semana, quizá esas patatas con veteasaberqué de la mesa de al lado hubiesen estado espectacularmente buenas. Quizá no.









lunes, 28 de octubre de 2013

Los Tres Barriles (Santoña, Santander)


Hubo un tiempo, no hace muchos años, en el que sentarse a una de sus mesas era como volver a casa de la abuela los domingos. Cazuelitas de albóndigas jugosas, de las que se deshacían en la boca, con esa mezcla de carne tierna y salsa casera, rabas tiernas con el rebozado justo, crujiente, y su buen chorro de limón para acompañar, pulpo en su punto justo de cocción, a la gallega, con sus buenas patatas, bien condimentado, o con vinagreta, igual de bueno o mejor. Croquetas bien hermosas, cremosas, de morcilla o jamón...
Ya no.
En nuestra última visita el pulpo duro, sin gracia, las rabas escasas y grasientas, rebozadas hasta decir basta, ni rastro de las albóndigas que en otro tiempo hicieron las delicias de muchos, sartenes a rebosar de patatas congeladas y ninguna gracia más que añadir al plato.
Una pena.

viernes, 25 de octubre de 2013

Foramontanos (Cabezón de la Sal, Santander)


Situado frente al Parque de Santa Lucía, en el barrio del mismo nombre, ofrece unos platos contundentes, sabrosos, caseros, bien cocinados.
Empecemos por el cocido montañés. En el Foramontanos no se andan con miramientos, perolo de cocido encima de la mesa y a placer. Decir que muchos de nosotros podríamos haber comido solamente con el cocido, dos buenos platos que calentaron el cuerpo en un frío día de invierno, de esos días en los que la humedad del Cantábrico cala hasta los huesos y se agradece el calor de un buen guiso. Alubias tiernas, abundante compango... Y es que siempre quedan ganas de más. 
Para valientes forasteros continuar con una buena carne, jugosa, cocinada en su punto y acompañada de un buen montón de patatas fritas, caseras, crujientes.
Seguimos con los postres, ricos, sin mayores pretensiones. Desde natillas hasta tarta de chocolate. Las raciones, como todo en el Foramontanos, abundantes.

Llena la panza y lleno el bolsillo (menú del día 12 euros, el especial 15 euros) nada mejor que un buen paseo por el parque vecino. Falta hace.

Para repetir una y otra vez. 



La Despensa del Príncipe (Fuensaldaña, Valladolid)

Lugar de celebraciones familiares y de buenas reuniones con amigos, la Despensa del Príncipe sorprende por su ubicación, Fuensaldaña, cuna del clarete, a escasos kilómetros de Valladolid y famosa por sus bodegas. Digo sorprende la ubicación dado que a cualquier vallisoletano al que preguntes por Fuensaldaña hará mención a las bodegas y al buen vino. Pocos son los que conocen este restaurante.
A destacar los pescados preparados en su punto, acompañados de salsas ligeras, así como la variedad de entrantes, desde la ensalada de melón y langostinos (en temporada), hasta los revueltos de ajetes, jugosos y con mucho sabor.
No olviden llegar a los postres. Tarta de sobaos y quesitos, tiramisú, tarta de la abuela... Recomendamos un variado. No es lugar para quedarse con las ganas.
La media pidiendo de carta son unos 30 euros por cabeza, aunque entre semana ofrecen menú del día mucho más asequible a todos los bolsillos, primando siempre la buena calidad y los productos de temporada.
Sin duda un 10. Entre los mejores restaurantes de Valladolid.